Mi interés por las formas orgánicas me llevó a experimentar con esculturas creadas a partir de papel y cola, materiales humildes que, al secarse, revelan texturas inesperadas, vibrantes y llenas de vida. Construí armazones que se convirtieron en soportes para explorar la plasticidad del papel, sus pliegues y rugosidades, hasta lograr cuerpos que parecen respirar con la memoria de lo natural. El color es un elemento esencial en estas piezas: Capas sucesivas de tonos vivos envuelven la superficie, generando atmósferas semejantes a las de mis cuadros. Mis esculturas también buscan representar cuerpos y figuras con curvas orgánicas, inspiradas en la naturaleza y en los vínculos afectivos. Así surgen seres únicos y amorfos: Por ejemplo, una figura con dos cabezas siamesas pegadas al cuerpo de un ave, o una “reina de corazones” junto a su mascota, sin que importe cómo es exactamente su cuerpo real. La idea es que estas piezas sean bellas y expresivas, que muestren cariño, juego y fantasía, y que cualquiera pueda acercarse a ellas y sentir la fuerza y la vida que transmiten los materiales, el color y la forma.