Fui invitada por la Galería Yautepec a participar en la Feria de Arte Contemporáneo MACO, en México, donde presenté una escultura de grandes dimensiones , de aproximadamente dos metros de altura, inspirada en una batidora (licuadora, término exacto que se usa en México). La obra buscaba transformar un objeto cotidiano en un espacio de reflexión sobre la vida, el movimiento y los ciclos que se repiten constantemente.

La escultura estaba compuesta por dos piezas principales. La base ocultaba un motor que hacía girar el vaso, como si fuera una batidora funcional, mientras que la parte superior simulaba una batidora de juguete, con detalles visibles que recordaban la mecánica real. Esta combinación de realidad y simulación creaba un diálogo entre lo familiar, lo absurdo y la fantasía.
La pieza estaba realizada con polícril, acrílicos y resinas, materiales que me permitieron jugar con texturas, transparencia y color. Su gran tamaño hizo necesario construirla en un estudio a las afueras de la Ciudad de México, y su traslado hasta la feria fue un desafío logístico y creativo que formó parte de la experiencia de la obra.
Dentro del vaso, representé a mis personajes nadando, perdidos entre peces y los restos de un jugo preparado, como una metáfora de la vida cotidiana, las vueltas del tiempo y los ciclos que todos vivimos. La escena evoca la sensación de estar atrapado en un pequeño universo en movimiento, donde cada giro del vaso es un recordatorio del flujo constante de la existencia.
Durante la feria, la escultura estuvo expuesta en la calle, en la colonia Polanco, permitiendo que el público se acercara a observarla de cerca. La obra se convirtió en un punto de encuentro entre ciudad, espectadores y creación artística, invitando a experimentar el arte como algo vivo, dinámico y cercano.